viernes, 18 de noviembre de 2011

El gato estudiante

Hola, amigos estoy de muy buen humor y muy contenta. Debe ser que mis vacaciones a USA se acercan y ya casi las huelo. Pues os quería contar que ya he comenzado mis clases en la universidad hace tres semanas y aunque se me había olvidado ir a las dos primeras, en la tercera semana estoy asistiendo y me parecen muy interesantes. Aún no conozco ninguno de mis compañeros, y al paso que voy no creo que conozca a nadie. Pero hay un estudiante que me cae estupendamente bien, un gatito negro que se presenta a todas las clases de procesamiento de imágenes. Se ve que las clases le encantan. La primera vez se recorrió toda la clase supongo que para cerciorarse que era la correcta y de paso darse a conocer al resto de estudiantes. Se sentó en una mesa al lado de la pantalla donde se proyectan las transparencias para poder estar en primera fila y atender lo que decía el profesor. Por lo que se ve no estaba muy cómodo y se metió en un cubo azul que había sobre la mesa. El profesor aunque resoplaba le dejo estar a sus anchas y seguía explicando mirando muy de vez en cuando al gato de reojo para poder mantener la audiencia. Aunque él sabía que más que escucharlo a él nos dedicábamos a mirar el gato. Cuando el gato estuvo satisfecho saltó de la mesa y como cualquier estudiante harto de aguantar una hora de clase se saltó el resto de la lección. Total ya había aprendido suficiente. Para un gato está muy bien una horita de clase. Ahí ya le perdí la pista. ¿Habrá ido a la cafetería?

En la siguiente clase, ya fue más directo. Ya no tuvo que presentarse otra vez a sus compañeros puesto que ya lo conocían y en la mesa ya sabía que no encontraría su postura y como él quería estar en primera fila para escuchar atentamente al profesor que mejor que sentarse sobre la mismísima pantalla de las transparencias la cual está sobre una tarima que da a unas escaleras del suelo. El gato subió por las escaleras tranquilamente y se situó justo al centro de la pantalla y allí se quedo mirándola inmóvil. El profesor ya no sabía qué hacer volvió a resoplar y siguió dando la clase como si nada. Pero una cosa era cuando estaba el gato en la mesa de al lado y otra que estuviera justo en la pantalla de transparencias. Ahí no había quien se concentrara y ya la gente empezaba a sacar las cámaras de los móviles. El profesor siguió dando la vara moviendo el ratón arriba y abajo. Y justo cuando el profesor movía el ratón a la derecha, el gato aún inmóvil giraba la cabeza a la derecha sin moverse un gramo. Y cuando el profesor desplazaba el puntero hacía la izquierda, lo mismo el gato quieto como una piedra giraba sólo la cabeza hacia la izquierda. Se oía alguna que otra carcajada pero los estudiantes mantenían la compostura, son alemanes no esperaba otra cosa. Pero yo no tengo esa templanza básicamente porque tengo sangre en las venas y ya me empezaba a entrar una risa atroz. El gato no paraba de mover la cabeza derecha o izquierda de acuerdo al movimiento del ratón pero su cuerpo yacía inmóvil como concentrado en el puntero o en el contenido de la transparencia quien sabe. Al final el profesor le dio por poner el puntero marcando la última línea de la transparencia y el gato que vio que el mouse estaba a su alcance, empezó a saltar desesperado para alcanzar la flechita de la pantalla. Ahí cuando el profesor dejó de resoplar y se puso a correr detrás del gato. Y ahí estaba el gato corriendo como un loco y el profesor detrás. Ya ahí fue cuando no pude más y exploté de la risa mientras de fondo se oía una débil carcajada y algunos sacaban los móviles para hacer fotos. Que rabia me había dejado el móvil en casa como de costumbre. Cuando el profesor se hartó de correr viendo que no había nada que hacer y que el gato se había metido detrás de la pantalla volvió a su mesa cabreado y siguió con la clase. Si antes alguien le escuchaba ahora si que no, todos estaban pendientes, o al menos yo, de cuando el gato iba a salir de detrás de la plataforma. Estuvo un rato allá tranquilo hasta que le da por salir y bajar por las escaleras maulando fuertemente. No le gustaba la clase ya se veía. La verdad que era un tostón yo entendía al pobre gato. Cuando el gato se dirigía al final de la clase para mostrar su aburrimiento. Un estudiante lo cogió y lo sacó de la clase. Era realmente injusto que no dejaran expresarse al pobre animal, total los gatos también tienen derecho a una educación digna.

Bueno como veis tengo un compañero de lo más de avispado y divertido. Lo malo que tiene cuatro patas. A ver si viene a clase la semana que viene y os lo presento. Esta vez no me dejo el móvil antes me dejo la libreta y el boli ;)

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